LA ENCINA DE ARPINO : ARTESANÍA DEL ABANICO COMO PUNTO DE ENCUENTRO


     
Sábado 28 de noviembre. Son las 7:30 de la mañana. Hace fresco. Desde ayer está lloviendo. Preparo el desayuno. Como todos los días subo a la terraza. Me gusta sentir el fresco matutino y tomar el café con leche caliente, mientras contemplo la calderona. He visto en el suelo, una hoja de plátano de sombra    ( plátanos X hispánica). Esta imagen ha provocado un destello mnemotécnico, ese arte de cultivar la memoria, a través de imágenes, palabras o números... Y he asociado la hoja al plátano de sombra, a la estación de Godella y al “trenet". He recordado de estos árboles, su porte generoso, y cómo de forma llamativa nos anunciaban el paso de las estaciones. En primavera, con su vigoroso verde vida e imparable crecimiento. En verano, acompañaban la espera de los trenes con su fresca sombra . El trágico otoño, que con sus vientos y primeros fríos pintaban de amarillos, ocres y tostados, sus hojas. Al llegar el invierno, esperaban la poda, de forma sumisa
    
                                                                             ESTACION DE GODELLA
Pues bien, me sorprendió mucho ver en mi terraza esa hoja. Instintivamente mi mirada se dirigió veloz en busca de los árboles. Allí estaban, junto a la estación. Un buen trecho pensé. Y dibujando con mi pensamiento, seguí su posible itinerario de vuelo. Su lógico destino hubiera sido, como la mayoría de hojas, ser zarandeadas por los vientos hasta caer rendidas a tierra . Pero esta hoja disidente, había conseguido volar mas de 180 metros, y llegar a la tercera planta de mi casa, justo hasta el terrado. ¡Que proeza! No he podido evitar sonreír y darle la enhorabuena. Seguro que aprovechó todas las energías desatadas por la tormenta de la pasada noche para, siendo muy valiente, iniciar su heroico viaje a Ítaca . Sospecho que solo quería volar para descubrir, volar para disfrutar, volar para ganar un unos instantes de libertad. Tal vez poco le importaba el destino final. Estoy convencido de que lo ha conseguido. ¡Mirarla! Su haz brillante, así lo atestigua. La veo como sonriendo, feliz. Henchida de satisfacción. La imagino sorteando vientos incómodos y poniéndose de perfil para esquivar la lluvia mientras tararea:
“Más él alzó sus sueños hasta el cielo
Y poco a poco, fue ganando altura
Y los demás quedaron en el suelo
Guardando la cordura “…
( Alberto Cortez, castillos en el aire)
¡Y sentir por unos instantes, que si se puede , que puede volar!
La verdad es que me emociona pensar en el viaje de esta hoja. ¡Que atrevida aventura orteguiana! Poco me parece, dedicarle estas líneas. Y no se me ocurre mejor homenaje que buscarle un buen acomodo, a la sombra de aquella eterna encina de Arpino. ¡Se lo merece!

Ático y Quinto hablan en un momento de su diálogo de la encina de Arpino. Quinto le dice: "Todavía existe, mi querido Ático, y siempre existirá, pues su siembra la realizó el ingenio. Y no hay planta sembrada por un agricultor que sea capaz de durar tanto como la sembrada por los versos de un poeta"
( Marco Tulio Cicerón, Las leyes)
               
                                                 Mujer con abanico de Berthe Morisot.

En algunas pinturas, las sabias pinceladas cautivadoras de una mirada, envuelven  la obra. Todo el magnetismo de  este cuadro reside precisamente en la mirada interior. La protagonista estática, ensimismada. Podemos aventurar que está en pleno viaje íntimo, repasando experiencias o viviendo las que vendrán desde lo más profundo. Sus pensamientos en plena ebullición, un volcán de vivencias que necesita refrescar. Es aquí donde adquiere presencia el abanico. Enfría con un suave y permanente movimiento el hervidero de sus pensamientos. Los únicos elementos que están en actividad en esta fantástica pintura son, el abanico y sus emociones interiores.


9 comentarios

  • Qué suerte de que la pintura de mi seda te haya recordado este relato y me hayas invitado a leerte.
    Estoy segura de que cada vez que pinte ese tipo de hojas en mi seda, me acordaré del vuelo de tu hoja.

    Qué bonita forma de homenajear el vuelo final de la pequeña hoja, y qué sensibilidad al detenerte en pensar en ella. Fue una hoja afortunada!
    Me ha encantado tu relato y tu recuerdo a Morisot.

    Enhorabuena Miguel! Y gracias otra vez.

    Carmen
  • Querido primo, me ha encantado leerte, tu prosa y tu visión de la pintura. Gracias por recordar nuestro trenet y el aroma de los Platanus , ligada por siempre al andén y a sus metáforas. Un abrazo

    Jorge Antonio Gago Alabau
  • ¡Un artista y un poeta! Moltes gràcies Miguel.

    José Manuel Gallego de Lerma
  • Descubrir otra faceta de tu arte es una agradable sorpresa y un gustazo leer tu relato. Aplausos
    Ángeles Ibáñez
  • Una lectura molt poética i enriquidora.
    I crec que el palmito acompanya a la dona en eixe viatge interior. Bon company( estéticament i pràctic).

    Xelo Chirillach Balaguer

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